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Mi viaje y recomendaciones para viajar a Cusco

El primer día que aterricé allí, mientras esperaba que llegase la hora para mi horroroso tour por el Valle Sagrado, a pesar de disponer de mucho tiempo tendría tiempo para pasear de buena hora por su mercado. Lo cierto es que siempre me encanta visitar los mercados, como ya pudisteis leer numerosas veces. Si el de Arequipa ya me había encantado, el de Cusco también me pareció muy interesante ya que una vez más hay que recordar que Perú es un país enorme y, por lo tanto, los productos de un mercado a otro cambian de forma significativa. Aquella mañana aprovechaba para desayunar en su interior, un lugar que aún mantiene muchísima autenticidad.

Tras mi regreso del Valle Sagrado y mi breve parada en las salineras de Maras y Moray, empecé recorriendo el centro de Cusco. Con el bono turístico que me habían vendido durante el tour podría visitar varios museos de la ciudad así que decidí sacarle el mayor provecho posible. Mi primera parada sería en el antiguo templo del Sol y hoy en día museo de Coricancha pegado al Convento de Santo Domingo. En en el museo de Coricancha, pequeño pero bastante entretenido, encontramos una completa exposición sobre la vida y costumbres de los incas. A continuación, me dejaría perderme por sus calles empedradas y es que Cusco se presta para ello. Tiene infinidad de rincones encantadores. Por momentos me recordaba mi querida Santiago. Descubría que incluso de noches es una ciudad realmente acogedora. La iluminación y el ambiente de sus calles por las noches enamora. Como imprescindibles, no podemos dejar de incluir su catedral, su plaza de armas pero luego tiene infinidad de casas con balcones preciosos, iglesias, conventos…

Mi hostal se encontraba cerquita del monumento de Pachacútec, todo un emblema en Perú. Aproveché para visitar este monumento dedicado a su vida y obra que se extiende sobre varias plantas hasta alcanzar en la cima una enorme estatua que parece proteger Cusco. Las vistas que se pueden contemplar desde allí son interesantes. A un paso de allí tendría la suerte de encontrarme con elmercado de artesanía, el lugar perfecto en el que comprar cualquier tipo de souvenirs. 📷


Mi segundo día en Cusco, con un calor abrasador y aún con mal estar por mi infección cutánea, me iba a visita por la mañana al recinto arqueológico de Sacsayhuamán que se encuentra a las afueras. Tardaría unos veinte minutos en llegar en colectivo y la verdad es que no me defraudo. Sacsayhuamán, una visita que se saltan la mayoría de los turistas, no deja de ser otra gran muestra una vez más de lo que los incas eran capaces de hacer. Además desde la colina en la que se encuentra se puede divisar todo el actual Cusco. ¡Impresionante! Tenéis varios recorridos de una hora y media a tres horas si queréis pararos más. Las enormes paredes y piedras que aún se mantienen en pie no tienen nada que envidiarle al mismísimo Machu Picchu. Una vez más, por desgracia, no existen paneles informativos ni trípticos por lo que si os apetece saber todos los secretos de Sacsayhuamán es recomendable contratar a un guía.

Antes de acabar mi visita a Cusco, la última tarde la pasaría con dos chicos peruanos que conocería uno en Machu Picchu y el segundo a través de Couchsurfing. Antes de abandonar Perú, durante mi última tarde allí, recibiría una clase magistral de música actual peruana muy interesante

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